viernes, 15 de mayo de 2009

La vida a 80 dB

Puedo soportar la lejanía, la mala comida, agua salada para beber, baños y almohadas malolientes, andar negro de grasa y hasta trabajar con empleados del estado con todo y sus caprichos. Todo puedo soportar menos el ruido. 100 decibeles cuando abro la puerta de "mi oficina" en la cual debo usar protectores auditivos para trabajar mi turno de 12 horas diarias. Y eso, cuando estamos dos personas en la locación, porque cuando estoy solo debo pasar a veces 48 y hasta 72 horas seguidas inmerso en el ruido, durmiendo sentado vencido por la fatiga y decidiendo cual es el dolor mas soportable: el del ruido en los tímpanos o el de los protectores que han ya lastimado mi canal auditivo.
Lo que hace uno para ganarse la vida.
Es solo hasta que vuelvo a casa cuando estoy acostado en la cama y todos duermen que reconozco el valor del silencio y me quedo despierto con los ojos cerrados escuchándolo. Pero entonces me doy cuenta de que se ha ido. Después de 30 días a 80 decibeles promedio, lo que queda en mis oídos es ese zumbido llamado Tinnitus. Recuerdo el dialogo entre Julianne Moore y Clive Owen en "Los Hijos del Hombre" cuando la primera le dice al segundo que el zumbido que le dejó el haber estado cerca de una explosión es el sonido de sus células auditivas muriendo. En pocas palabras es el estertor de las células auditivas.

Entonces mi mente toma ese zumbido y lo empieza a imitar hasta que dentro mio suena primero la música y después el coro de Enjoy The Silence, de Depeche Mode.

Depeche Mode, Enjoy the Silence


Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido. Escuchar el silencio es un bien poco preciado en la niñez y la juventud.
Cuando niño me daba miedo dormir en silencio por lo que acostumbraba dejar el radio encendido. Ahora que me doy cuenta creo que era una manera de comunicarme con mi padre ya que él siempre llegaba de trabajar a media noche, pasaba a verme y apagaba mi radio. Si en la madrugada despertaba en silencio sabía que mi padre había pasado a verme y por ello es que el aparato estaba apagado. Si el silencio era hecho por mi padre entonces no había miedo, al contrario, dormía confiado y cómodo sabiendo que él estaba en casa.

Quiero recordar como suena el silencio pero mientras lo intento el acúfeno se vuelve mi tormento. ¿Será que no logro el silencio porque cuando lo tuve no puse atencion en él y por lo tanto no aprendí a recrearlo?. Cavilando así, irónicamente empiezo a extrañar la vida a 80 decibeles donde el ruido exterior opaca al que se produce en mi interior. Un circulo vicioso que no se cómo romper.

Supongo que en algún momento tendré que tomar unas vacaciones prolongadas, suficientes para que se vaya el silbido. Probablemente se ira hasta que deje este ambiente, este trabajo, no lo se. Mientras tanto trataré de disfrutar el silencio, siempre que lo tenga. Aunque deba tocar a Depeche Mode en mi rocola mental para hacer mas soportable el Tinnitus.

No hay comentarios: