domingo, 26 de enero de 2014

Los tres llamados.

   Dicen que hay que estar atento a las señales.  Dios, la vida o el universo a veces tiene algo que decir y esta inteligencia superior utiliza los medios que están a su alcance para hablarnos; a veces sutilmente, a veces a gritos.  Por eso existe la palabra "vocación".  Viene del latín "vocatio" que significa llamado.  Así algunos escuchan, ven o sienten el llamado a una vida santa, o a un ocupación determinada.  Vocatio, el llamado.  Esta semana yo tuve un llamado a comer y por supuesto, tuve que atenderlo.
Como medios para hacer llamados, el universo también se ha modernizado.  Ahora no se limita a ángeles que entran por la ventana durante nuestro sueño o a arbustos ardientes en el desierto; ahora también nos envía mensaje usando las redes sociales.  Ríanse sí, búrlense de mi si quieren pero si se ponen a pensar un poco verán que esta idea mía no es tan disparatada como parece y en seguida lo verán.

El Primer Llamado.
El primer mensaje que recibí fue cuando en la linea de tiempo de mi cuenta de Facebook alguien compartió lo siguiente:


   Lo primero que hice fue reír e inmediatamente después lo compartí en mi muro haciendo notar que éste era un gran ejemplo del valor del uso de las palabras correctas.  Todo depende de cómo se hable o se escriba para que la idea que uno quiere transmitir tenga uno u otro valor.  Incluso me atreví a mencionar el título de un libro de Álex Grijelmo, "El Genio del Idioma", del cual les dejo el primer capítulo aquí.

   Como dije, de primera instancia uno ríe cuando se da cuenta de que el valor de un objeto radica en buena medida en su nombre.  Aunque se trata de lo mismo, la imagen mental que se forma cuando se lee "sublimado de maíz al cacao, canela y leche" no es la misma que se forma al leer "atole champurrado".  Lo primero es una exquisita bebida hecha a partir de ingredientes que pasaron por el proceso de sublimación, llevando lo mejor del mundo terrenal al etéreo al pasar del estado sólido al gaseoso; esos vapores aromáticos que portan el alma del cacao y de la canela y que no pueden comerse, deben respirarse con los ojos cerrados para que en cada sorbo alimenten el espíritu y nos transporten allá, a la cocina de la abuela donde desayunábamos los fines de semana; justo así como le pasó a Anton Ego cuando comió el ratatuoille preparado por Remy.


   Lo otro es sólo el atole que venden afuera de los hospitales del IMSS, estaciones del metro y en las entradas de muchos centros de trabajo en México.

El Segundo Llamado.
   El segundo llamado me llegó el viernes.  Igualmente por redes sociales.  Lo reproduzco íntegro y dejo la liga a la fuente original:


   Los montaditos de dulce de leche sobre cama de masa de maíz nixtamalizado a las brasas son el postre obligado después de la carne asada en casa de @sararam20241219.  Se asó la carne, se acabaron los arrebatos del fuego y quedaron las brasas.  Ellas se encargan de sacar la humedad de las tortillas y terminar de cocerlas hasta quedar duras.  Así calientitas se les pone cajeta y entonces se disfrutan.  
   Volvemos al asunto de los nombres.  Ya lo dice @alejodorowsky, cada quien debe tener un nombre de su propiedad (que no es lo mismo que un "nombre propio"), no el del abuelo o el del padre, mucho menos el del pariente muerto.  Así, los alimentos nutren algo mas que el cuerpo si se les procura tanto en su hechura como en la elección de su nombre.

El Tercer Llamado
   Fue ayer sábado.  Durante la semana pasada mi amigo Juan, quien está de visita en Villahermosa igual que yo, me dijo que quería probar algunos otros restaurantes "para variarle un poco".  Después de algunos meses comiendo en prácticamente los mismos restaurantes todos los días, llega un momento en que la búsqueda de nuevos sazones es una necesidad imperiosa que debe ser satisfecha como la sed o el hambre y que como una tentación, no nos dejará en paz hasta caer en ella.  
   Juan pues, se dio a la tarea de investigar y ya para el sábado tenía restaurante candidato a visitar: Gourmet MX.

Der Untergang
   Como todos los imperios, caí.  Antes de caer, pasé por la fase de decadencia.  Lo confieso, comí plátano macho frito relleno de queso, bañado con crema y espolvoreado con un shis de chi-cha-rrón.   Bomba de carbohidratos, frito, por ende saturado de aceite, relleno con queso (mas grasa), cubierto de crema (aún mas grasa) y todavía hasta ahí, aceptable.  El signo inequívoco de la decadencia fue espolvorearlo con chicharrón.  La explosión de sabores en la boca lo valió.  A mi ya no me lo cuentan.  Después de ese penoso y oscuro episodio en mi historia de tragón, la visita a Gourmet MX fue mi redención.

   No está en una vialidad principal lo cual resulta conveniente porque lo hace un secreto bien guardado o al menos, no muy conocido.  Esto mantiene alejados a los esnobs que van a vaciar sus bolsillos y a llenar sus panzas al Rodizio. La Jangada o El Edén.  Aunque tiene mesas al aire libre, decidimos entrar.  No hay quien lo reciba a uno pero nos acercamos a los meseros quienes nos veían un tanto indiferentemente.  Les pedimos una mesa para dos personas, se quedaron mirando el uno al otro y después de un momento entendieron.  Nos indicaron que en la  parte de arriba había mesas.  Subimos.

   El ambiente es demasiado oscuro.  Es el adecuado para una cena romántica pero no para una comida.  Pienso que podrían colocar un regulador de iluminación para hacer el lugar mas adecuado para comidas y dejarlo como está para las cenas.
   La carta fue escrita a mano, al parecer por la chef @GabrielaRuizL quien con mucha familiaridad nos dice qué es lo que tiene de entrada y de plato fuerte, nos cuenta que le regalaron algunos de los ingredientes, agradece a quienes lo hicieron y deja una posdata.  Si es una carta, pero no de un restaurante.  Es casi la carta de una amiga que nos invita a comer a su casa y nos dice qué es lo que va a preparar.  Me hizo recordar a Casa Venancio donde la carta se escribe a mano.  Y es que en la escritura a mano uno deja parte de si.  La cadencia al escribir, la fuerza del trazo, la palabra elegida;  esta carta no es una lista de platillos, es la voz de la chef diciéndonos lo que ha preparado hoy.  Esto vale mucho.
   El agua de jamaica con romero primero me supo a jamaica y nada mas.  Después de comer el sope de  pulpo y chicharrón prensado la volví a tomar y entonces el romero empezó a aparecer cada vez que tomaba agua.  Cuando pedí mi bebida, pensé que el aroma y el sabor del romero iban ser muy fuertes e iban a opacar la jamaica; sin embargo no fue así.  Desconozco cómo haya preparado esta bebida pero así de simple como es el concepto en realidad es una delicadeza que espero poder reproducir en casa.
   El sope de pulpo con chicharrón prensado rompe paradigmas desde el nombre.  ¿A quién se le habría ocurrido unir estos dos ingredientes tan diferentes?.  Si la tierra y el mar se unen en la playa, ¿porqué no habrían de unirse en un sope?.  El sabor del chicharrón y el queso prevalecen sobre todo lo demás; el pulpo le da cuerpo y el sope sostén.  Todos juntos son una delicia para compartir.
   La otra entrada fue un queso ahumado de Tenosique.  Viene en un plato de barro con un poco de pimiento rojo encima y acompañada por cuadritos de chapata.  En otras palabras es una provoleta.  Sin embargo su merito está su sencillez y la autenticidad de su nombre.  No pretende ser queso provolone ni ser una provoleta, es por derecho propio queso ahumado de Tenosique y su dulce sabor es sorpresa al probarlo.
   Me comí después un salmón servido sobre tiras de calabacita y acompañado por una intrigante salsa de cacao y café.   Uno sabe qué esperar del salmón pero esa extraña salsa fue la que me hizo pedir este plato.  Yo, con un cerebro adicto al café, que no a la cafeína, no podía concebir esa loca idea de servir pescado con una salsa de cacao y café.  ¿Será dulce? ¿Será salada?.   Dulce no era pero venía con una especie de puré de plátano que si era dulce y que balanceaba el sabor fuerte casi amargo del café.  Un poco de cada elemento en cada bocado y el cerebro empezó a hacer nuevas sinapsis para permitir circular la idea del salmón con café y cacao.  La salsa sola sabía a eso que mal llamamos moca, pero ya con el plátano y el salmón es otra cosa.
  Para cerrar este festín de redención rayando en el pecado pedí un postre de galleta con nuez y vainilla de Papantla (!ay Papantla tus hijos vuelan! - Don Beto dixit ) crema y laminillas de fresa fresca.  Por supuesto la crema y la fresas son infalibles.  Pero aquí yo noté dos cosas:  una era la galleta que tenia un sabor a piloncillo y/o nuez moscada y que por si sola era bastante buena; por otro lado la crema me parece que era o tenía mascarpone.  Ahora que lo pienso, el postre fue un exceso; me doy cuenta que volví a pecar.
   Sobre la música ambiental, es el primer lugar en donde escucho a Rodrigo y Gabriela.  Si no los conocen es porque seguro votaron por Calderón.  De ser así, aquí les dejo un video de ellos para que no les pase lo que a Calderón cuando Omaba lo invitó a cenar.



   La dirección del lugar está en la página de Facebook arriba referida.  Si van, lleven buena compañía y la billetera llena pues una comida completa por persona cuesta aproximadamente $500 sin bebidas alcohólicas ni propinas.  Sin embargo por la calidad de los alimentos, el servicio y el lugar, uno los paga gustosamente. 

Cada quien tendrá su opinión.  Por mi parte cito al General Mc Arthur refiriéndose a las Filipinas: "I shall return"; y esta vez no esperaré al llamado del universo, lo haré por iniciativa propia.